causa un dolor más sublime
en el alma humana
que la maldad mental.
El miedo encapsula la libertad
provocando una vida de claustrofóbica ira.
Cada mañana amanece
con billete de ida y vuelta.
Nos suicidamos lentamente
envenenando a los demás
con lo que odiamos de nosotros mismos.
La maldad, en sí, es detestable sea cual sea su apellido. Pero contra los buenos corazones no tiene nada que hacer.
ResponderEliminarbesos
Yo había comentado.... ???
ResponderEliminarBueno... por lo visto no lo hice bien... :)
besos
No sabría distinguir las distintas maldades. Para mí sólo existe una, y siempre hace daño. Abrazos
ResponderEliminarLa maldad del malo malo....
ResponderEliminarSaludos y un abrazo.
Pues no nos odiemos...
ResponderEliminarUn beso libre.
Mucha verdad llevan tus palabras... tal vez la vida hueca es la que nos obliga a mirar las vidas ajenas y por la envidia llegamos al odio... supongo que si fuesemos felices de corazón, no tendríamos motivo para nada negativo, pero... ay la vida cómo es!!!
ResponderEliminarUn beso