FLORECÍ
No fue precisamente una rosa pero mi juventud floreció. Tras una corta y lluviosa primavera el sol de verano secó la inflorescencia que yo guardé entre las páginas de un libro. El estío va secando mis hojas y en un último esfuerzo fructifico.
No hay dulce fruta en mi madurez. Ni suave , ni alegre, mi fruto es recio, duroy sin semillas.
Soy esa triste cebolla de las nanas de Miguel; la de “contigo pan y cebolla”, la que llora en la cocina mientras desnudas sus camisas…
Fresca y roja cebolla enterrada en una huerta que riega el Guadalquivir.
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