PREMIOS
Hoy he recibido de mi hermana un premio a mi blog, junto con otros cuantos, ha sido nombrado “blog solidario” y me ha recordado a mis alumnos votando para elegir entre todos los miembros de la clase el que hizo el mejor dibujo o escribió la historia más hermosa, y cosas así.
Esto me ha hecho pensar sobre los premios.
Un premio es un regalo en reconocimiento por haber destacado en algún ámbito o faceta que desarrollan las mentes humanas, pero el regalo viene cargado de responsabilidades y de obligaciones de superación, llegando a veces a marcarte como a una vieja y acabada gloria de no sé qué pasada época cuya creatividad murió en esa excelsa y sublime última obra.
Los muertos están llenos de premios.
Los premiados son odiados por envidiados, porque nos recuerdan que somos del montón.
Cuando se quiere quitar a alguien de la vida activa, se le concede un premio que lo convierta en un perfecto relaciones públicas.
No es el caso que nos ocupa, pues no puedo dudar del cariño de mi hermana, pero también me ha recordado la cantidad tan grande de premios que se otorgan por afinidad de cualquier tipo que hace que se dude de su merecimiento.
De todos modos, yo me quedaría con los hermosos laureles que recibía el atleta griego que vencía en los juegos en honor de Dionisos y ser amado hasta el extremo de ser elevado a la categoría de semidios.
La divinidad es el verdadero premio al que aspiramos estas criaturas humanas.
GRACIAS POR QUERERME.
Hoy he recibido de mi hermana un premio a mi blog, junto con otros cuantos, ha sido nombrado “blog solidario” y me ha recordado a mis alumnos votando para elegir entre todos los miembros de la clase el que hizo el mejor dibujo o escribió la historia más hermosa, y cosas así.
Esto me ha hecho pensar sobre los premios.
Un premio es un regalo en reconocimiento por haber destacado en algún ámbito o faceta que desarrollan las mentes humanas, pero el regalo viene cargado de responsabilidades y de obligaciones de superación, llegando a veces a marcarte como a una vieja y acabada gloria de no sé qué pasada época cuya creatividad murió en esa excelsa y sublime última obra.
Los muertos están llenos de premios.
Los premiados son odiados por envidiados, porque nos recuerdan que somos del montón.
Cuando se quiere quitar a alguien de la vida activa, se le concede un premio que lo convierta en un perfecto relaciones públicas.
No es el caso que nos ocupa, pues no puedo dudar del cariño de mi hermana, pero también me ha recordado la cantidad tan grande de premios que se otorgan por afinidad de cualquier tipo que hace que se dude de su merecimiento.
De todos modos, yo me quedaría con los hermosos laureles que recibía el atleta griego que vencía en los juegos en honor de Dionisos y ser amado hasta el extremo de ser elevado a la categoría de semidios.
La divinidad es el verdadero premio al que aspiramos estas criaturas humanas.
GRACIAS POR QUERERME.
Sea como fuere, un premio siempre es, en parte, un reconocimiento de los demás al esfuerzo que se ha realizado y con ese laurel, se entrega siempre un ramillete de cariño...
ResponderEliminarSiempre que nacen del corazón, bienvenidos sean
El mejor premio es el carinho, ese que das tanto y por eso recibes. Besos.
ResponderEliminarGracias por hacer más real este premio, amigas
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